Nariño, un departamento de diversidad, contrastes vivos y de convergencia entre ecosistemas y culturas. La cordillera de los Andes, la llanura del Pacífico, la cordillera occidental y la centro-oriental configuran un espacio complejo de simbiosis interétnicas, en el que abunda la diversidad biológica y paradójicamente la pobreza.
Este departamento ha sufrido directamente el conflicto armado, el cultivo y comercialización ilegal de coca, así como también la violencia estatal por la inclusión nefasta de políticas agrícolas, de estrategias contra cultivos ilícitos y de Desarrollo que van en contra de las tradiciones de las comunidades que aquí habitan. A pesar de esto, en las pieles indígenas, negras y mestizas de sus gentes se puede sentir la dignidad y la resistencia a relacionarse en las formas en las que la legalidad y el Estado han normalizado como el deber ser.
Históricamente Nariño se ha encontrado aislado del resto del país, no soló por sus características geográficas y la falta de cobertura estatal, sino por la alta estigmatización cultural que ha sufrido su población, la cual se ha acentuado fuertemente en los imaginarios sociales, permitido realzar la situación de exclusión. Al interior del departamento, esto se ha asimilado en negativo por los altos índices de violencia y en positivo por la preservación de las tradiciones culturales de las distintas comunidades de este territorio.
Seguir los pasos de los nariñenses por cada casa, mercado local, reserva y propuesta gastronómica, es pisar tierra firme en oportunidades, en esperanza, es entender que en estos espacios se construye en colectivo y que es posible pensar en territorios libres, autosostenibles y autónomos. Se siente estremecimiento al oír el valor de la palabra, la reivindicación de la gente por sus territorios y por las semillas libres, al mismo tiempo, todo esto genera un eco intenso porque suscita la nostalgia de pensar que en nuestro país, así como somos víctimas del sistema en el que vivimos, también somos nuestros propios victimarios. Hemos creído que la buena vida le pertenece solo aquellos que pueden pagar con dinero por el bienestar, pero en Nariño el bienestar se está construyendo con gestos sencillos y generosos, lo que está pasando aquí es una ventana que nos permite ver que la buena vida es un derecho que nos pertenece a todos.
Hemos llegado tan lejos que cultivar la tierra sin pesticidas y con semillas locales se ha vuelto una lucha política, naturalizamos el hecho de que hay que utilizar pesticidas en lo que comemos para optimizar las ganancias en dinero y perder en salud. Lo que se reclama debería ser algo legitimo para todos, nos estamos negando la autonomía de decidir sobre nuestros cuerpos, a pensar que nuestras acciones alimentarias tienen influencia no sólo en nosotros mismos sino en el campo, en la economía, en la salud y en la opresión de unos sobre otros. Cultivar el alimento con las técnicas tradicionales, enseñar a los hijos a no sentir pena por su color de piel, lengua y cultura, no es un acto subversivo, es resignificar y transitar en espacios que han sido pensados y creados de forma exclusiva para unos, en los que emergen espacios para otros.
Preocuparnos por la distribución de la tierra y porque la gente tenga acceso a cultivarla y a alimentarse no debería ser entendido como una cuestión que se le asocia al comunismo o a la izquierda, debería ser un acto de humanidad. Las ideologías políticas y los valores morales que hemos asociado a cada una de ellas han permitido la manipulación de la información y la prelación de los intereses de algunos sobre la mayoría. Hablar, debatir y actuar sobre nuestro futuro es hoy en día un gesto revolucionario, está mal visto por unos, es una pérdida de tiempo para otros porque confronta nuestra costumbre, nuestro silencio, nuestras máquinas.
En el medio de el ruido, Nariño retoma con fuerza la Mindala, el encuentro de pensamientos, el espacio para nuevas hermandades, el acto sencillo de entregar con generosidad el saber y aquello que se ha convertido en acumulación material. La Mindala se establece como una médula para compartir con otros desinteresadamente, para generar nuevas capacidades de trabajo en colectivo, para fortalecer el comercio justo e incentivar el cuidado de la naturaleza. Este proceso se ha venido fortaleciendo a través de los años, logrando el intercambio de más de 30 toneladas de alimentos y en su última versión la inclusión de las propuestas de las Zonas ex Veredales de Reconciliación de Tumaco y Policarpa.
La Mindala permite generar nuevas redes e invita a la humildad, pues a partir del dialogo continuo y la escucha se abren distintas posibilidades de ser y de existir. Desde esa acción entonces se puede re pensar la idea del yo en relación a los otros, deshabitando la idea suprema de la individualidad que nos vendió tan bien la modernidad. La solidaridad y la escucha son herramientas para generar espacios dignos que nos pueden permitir vivir mejor. Nariño invita a despojarnos de la dependencia, a ser más políticos y organizados frente al alimento, el pensamiento y los otros, a empezar a despertar y a actuar desde decisiones sencillas sin importar el lugar en el que nos encontremos.
Para todos aquellos abrumados y con ganas de empezar a generar pequeños cambios aquí van algunas ideas.
1.Cocinar en casa: permite establecer un vínculo distinto entre el alimento y el cuerpo. Tratemos de preparar todo desde 0 y evitemos el uso de salsas, caldos concentrados y comidas de sobre. Mejor dicho empecemos a sacar de nuestro mercado todos los productos compuestos por cosas que no sabemos de dónde vienen. Esta acción seguro nos permitirá empezar a tomar mejores decisiones sobre lo que comemos y también a generar menos basura.
2.Compartir el alimento: busquemos espacios tranquilos para alimentarnos, rodeémonos de gente amena para compartir la comida y comuniquémonos con las personas que tenemos al lado en vez usar celular y el noticiero. Tratemos de no generar desperdicios, cuando nos sobre comida compartamos con la familia, amigos y vecinos. Lo máximo que pueden decir es que no y si esto pasa puede ser nuestra siguiente comida.
3. Preparar las bebidas: las bebidas como jugos, gaseosas y tés que venden en las tiendas tienen una gran cantidad de azúcares y químicos, a demás están envasadas por lo general en empaques de plástico. No seamos perezosos, busquemos la fruta de temporada y hagamos nuestros jugos o aguas saborizadas con plantas aromáticas y frutas frescas cortadas. Las gaseosas no son más baratas que un jugo hecho en casa. Es clave desmentir la idea que los productos naturales son necesariamente más costosos que aquellos producidos industrialmente. En el caso de las bebidas azucaradas sabemos que los precios ofrecidos al consumidor son posibles gracias a la influencia política que tienen las industrias sobre el Estado, tal y como se ha visto en los últimos años con el intento de gravar con impuestos a este tipo de productos, a pesar de que se ha demostrado hasta el hartazgo que el consumo de tales cantidades de azúcar resultan en un grave problema de salud pública.
4. Comprar a pequeños productores: Las grandes superficies no comercializan productos artesanales que no tienen INVIMA. En la mayoría de los casos las artesanías gastronómicas no poseen este permiso, lo cual reduce la capacidad de comercialización de los pequeños productores. Por otro lado, poseen estandarizaciones en cuanto a los tamaños, formas y colores de los alimentos, esto hace que muchos alimentos queden por fuera de la comercialización y se pierdan, así mismo, para lograr cumplir con los estándares de las grandes superficies es necesario, en la mayoría de los casos, acudir a la utilización de pesticidas, sin hablar de la cantidad de empaques de icopor y plástico que utilizan para empacar frutas y verduras sub utilizados y el bajo precio al que compran los alimentos a los productores. Si usted vive en un pueblo es aún más fácil comprarle los productos a la gente de las veredas cercanas, si se encuentra en la cuidad, hay plataformas y mercados que le permiten adquirir productos de excelente calidad que favorecen el comercio justo. Recomendados: en Santander El bodeguero del campo y en Bogotá Mucho.
Fotografías:
Productora audiovisual Don Maleza Asociados: https://www.facebook.com/donmaleza Las fotografías utilizadas fueron realizadas para el proyecto Historia Sabor y Fuego en el marco de su proceso investigativo: https://www.facebook.com/hsfpasto/
Fotografías de la Mindala- Luis Eduardo Calpa, de la iniciativa Cultuvan Paz: Mindala Nariño, liderada por Agromindalae, los grupos autogestionarios de mujeres indígenas de los pastos, la Pastoral de la Tierra y Cinep, en su versión 2018.
Muy interesante ! Me gusta mucho la idea de mindala, como el espacio de intercambio de saberes y tambien de alimentos, pero tambien la importancia que tiene este espacio para fortalecer
La idea de comunidad .
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